lunes, 2 de enero de 2012

Una opinión MUY personal.


Hoy el cine nacional produce cerca de 100 películas al año, casi tantas como se producían en 1950. Hoy, el cine nacional, tiene la calidad suficiente como para competir en Festivales internacionales y regresar con un premio, como casi siempre lo ha hecho. Hoy, el cine nacional es reconocido y estudiado  por cineasta y entusiastas. Entonces, ¿por qué el público no va al cine a ver su cine? ¿por qué el público no exige mejores historias, pero acepta sin reclamar Transformers, Capitan America o cualquier otra cosa que llene la cartelera?

Somos un público desentendido de su historia cinematográfica. Tenemos una industría que sobrevive por entusiasmo y gente apasionada, tenemos distribuidoras que prefieren generar dinero (que no es necesariamente malo) olvidándose de la calidad de la historia.

Tenemos un público que no perdona que en  algún momento nuestro cine entro en un bache y no ha logrado salir de él. Existen realizadores que no logran generar la empatía del público con sus historias (porque son muy personales, porque son muy artísticas o porque las historias son muy locales), legisladores que su interés no es precisamente dar apoyo al cine y complejos cinematográficos que no dejan ni horarios ni tiempo en pantalla que permitan que una cinta sea vista el tiempo suficiente como para intentar, siquiera, recuperar su inversión.

El cine, no sólo es contar una historia, también marca un tiempo histórico que captura en imagenes. Hacer cine es también hacer historia, porque el cine muestra en pantalla, una sociedad y un momento con características propias. Nos quejamos de que el cine mexicano nos sigue contando las mismas historias, treintañeros de la condesa con problemas existenciales, comedias ligeras que intentan hacernos reir, dramas rurales e historias de pobreza y marginación, violencia, narcos o ficheras. ¿Con esta cantidad de historias y personajes,  el realizador mexicano no puede contar una buena historia? Me parece que es un problema de formación. En México existen las dos mejores escuelas de cine de Latinoamérica (CUEC y CCC) y actualmente ha ido en crecimiento la apertura de escuelas que se dedican a la enseñanza de la cinematografía. Puebla, Monterrey, Guadalajara son algunas de las ciudades donde el cine ha tenido crecimiento, en la escuela y en la producción. Pero la enseñanza se ha estancando, la tecnolgía nos ha rebasado y se usa para cubrir la NO historia que vemos en pantalla. Hoy el estudiante de cine ve a Tarkovsky, Kurosawa, Fellini, Hitchcock, De Palma, Scorsesse, Lang, Godard, Truffaut, Kusturika, Wong Kar Wai y se olvida de Hermosillo, Eimbcke, Fons, Ripstein, Cuarón, Sistach, Delgado, Indio Fernandez, Lozano, Alcoriza, Miller, Ramirez y un largo etc.  El problema no está en que el cine mexicano nos guste o no, sino que no lo pensamos, no lo analizamos, no nos enseñan a verlo. No es que los directores extranjeros sean malos, al contrario, han hecho escuela, muchos de los realizadores mexicanos se basaron en ellos para crear un cine, su cine, nuestro cine. El cine no lo contextualizamos, no vemos una época (mala o buena) que explica no sólo la calidad del cine que aparece en ese momento, sino que nos explica también a nosotros, lo que vemos, lo que leemos, lo que pedimos.

¿Uno de los mayores problemas del cine como carrera? Es que no está reconocida como una licenciatura (¿pero a quién carajos le importa esto?), esto da ventajas y desventajas. Creo que la ventaja está en que quien decide estudiar cine como carrera está consciente de que lo que escoge es un estilo de vida, porque escoge un oficio (se convierte en un artesano visual), un contador de historias que trabajará largas horas frente a la pantalla de su laptop armando un presupuesto, leyendo o escribiendo un guión, haciendo carpetas y agendando citas para entonces buscar a alguien que quiera invertir en su "historia-película". Largas horas de charlas, cafés y reuniones esperando que una de esas, aparezca quien quiera invertir, sabiendo que probablemente no vuelva a ver su dinero, porque es muy probable que no habrá quien vaya a ver esa cinta. Una desventaja que se convertirá en problema (otro) se presenta cuando al realizador se le ocurre que puede y quiere cursar una maestría. Al no tener un título que avale sus estudios, entrará en un sinsentido burocrático, donde se dará cuenta qué para el país y el mundo académico, el cine no existe y el cineasta es una especie que vive en otro mundo y otro espacio, es un extraño que no logrará acomodarse en ningun aula.

Tenemos la materia prima, la mano de obra, la fábrica de producción pero el camión recolector no pasa por el producto para ser llevado a la pantalla, y si pasa llega tarde y en el estante se queda poco tiempo. En México existen 4 complejos cinematográficos importantes (Lumiere, Cinemex, Cinepolis y Cinemark) con más de 3,000 pantallas en todo el país, del cual el cine nacional tiene espacio un 20%, el resto lo acupan producciones extranjeras, en específico estadounidenses que "nos cuentan las mismas historias una y otra vez y no nos quejamos"

Tan sólo en la Repúblca Mexicana tenemos más de 75 Festivales de cine en todo el año, magnifica oportunidad para que una cineasta novel o de renombre logre no sólo mostrar su cinta, sino que la cinta encuentre un distribuidor que quiera invertir en su creación. Muchas de estas cintas, sólo llegaran a las pantallas de cine a través de un Festival, pero no verán un recorrido comercial. O cómo en otras ocasiones sucede, la cinta se estrenará y al día siguiente será enlatada.

La culpa no es del cine, es de quien lo consume.
Estamos acostumbrados a ir al cine, no a ver cine.